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Vencedores

13 enero 2012

− No es que sea un perdedor, mi amigo José, pero desde luego no es un ganador. Ya desde muy joven se le veía la falta de ambición. Este se va a quedar en el pueblo, pensabamos, y así ha sido.
»Ahora nos mirará con envidia el pobre, distribuidos por el mundo en los trabajos más diversos, la vieja pandilla, mientras él sigue allí en medio de la nada. Viendo pasar las estaciones. Eso es lo que hace. Y un viaje anual y la barbacoa de los domingos con su mujer y sus hijos. Su taller no le da para mucho más.
»A veces viene a verme y se le ve contento con su vida. Pero el pobre infeliz escucha con tanto interés mis batallas que me veo obligado a restarles importancia.
»Habrá que hacer algo para que sus hijos no sigan su ejemplo. Habrá que mostrarles lo que el mundo puede ofrecerles, meterles la ambición en el cuerpo, las ganas de prosperar. Prosperar hacia donde pregunta mi amigo José. El pobre…

− Lo siento pero son las siete ya. Por hoy basta. Mañana a la misma hora. No olvide tomar su medicación. Y si continúa sin poder dormir intente leer o cocinar o cualquier otra cosilla antes que quedarse en la cama, ¿de acuerdo?

Un comentario

  1. Maldita invención la de la palabra «felicidad», quien la creara bien se la podría haber metido en donde yo me sé, en lugar de soltarla al mundo y crear así millones y millones de «infelices».

    Porque junto a la felicidad viene inherente la búsqueda de ésta, y anexos a dicha búsqueda, conceptos tan odiosos como ‘éxito’, y junto a éste, la otra pata necesaria: ‘ambición’. Ambición es la clave del éxito y éste, la receta de la felicidad (pues cómo vamos a ser felices siendo unos fracasados, verdad?)

    Me gustaría una doble pantalla que, a la vez que muestra al «vencedor» narrando su historia desde el diván del psicólogo, enseñe el discurrir paralelo de José: verlo trabajando tranquilamente en su taller, llegando a casa y cenando bien acompañado (o acompañado a secas, no nos aventuremos en la suposición) y durmiendo luego quizá pensando en la satisfacciones (no muy llamativas, y qué) que el día le ha dejado.

    Ay… porque esta imagen no me hace correr hacia ella sin más, con la paz que transmite… es el mío un caso perdido?

    Ea, me voy a la cama a soñar con los angelitos esos, a ver qué me cuentan.
    (Besos, felices :))



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