Archive for the ‘Mi enemigo’ Category

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Vencedores

13 enero 2012

− No es que sea un perdedor, mi amigo José, pero desde luego no es un ganador. Ya desde muy joven se le veía la falta de ambición. Este se va a quedar en el pueblo, pensabamos, y así ha sido.
»Ahora nos mirará con envidia el pobre, distribuidos por el mundo en los trabajos más diversos, la vieja pandilla, mientras él sigue allí en medio de la nada. Viendo pasar las estaciones. Eso es lo que hace. Y un viaje anual y la barbacoa de los domingos con su mujer y sus hijos. Su taller no le da para mucho más.
»A veces viene a verme y se le ve contento con su vida. Pero el pobre infeliz escucha con tanto interés mis batallas que me veo obligado a restarles importancia.
»Habrá que hacer algo para que sus hijos no sigan su ejemplo. Habrá que mostrarles lo que el mundo puede ofrecerles, meterles la ambición en el cuerpo, las ganas de prosperar. Prosperar hacia donde pregunta mi amigo José. El pobre…

− Lo siento pero son las siete ya. Por hoy basta. Mañana a la misma hora. No olvide tomar su medicación. Y si continúa sin poder dormir intente leer o cocinar o cualquier otra cosilla antes que quedarse en la cama, ¿de acuerdo?

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A mi imagen y semajanza

6 diciembre 2011

Mi atormentado discípulo, escucha atentamente, esta será la última de mis enseñanzas. Dentro de unos minutos moriré.

Descubre tu rostro.

Conoces las herramientas que posees. Hemos invertido mucho tiempo en mostrártelas bien. Las has ejercitado hábilmente, tanto las físicas como las mentales. Por supuesto no dudo de que eres consciente de que su poder excede a tus necesidades. Has de saber, si no lo has adivinado ya, que eso es una anomalía en una naturaleza por lo demás armoniosa. No encontrarás en este planeta nada igual a ti. En efecto. No encontrarás jamás compañía. Tanta diferencia lo impedirá.

No le busques sentido a lo que eres. La respuesta no es más que un dado que ha ido dando vueltas hasta quedar en equilibrio sobre una de sus esquinas. Único y extraño. Pero nada más. No hace falta nada más para ser que el estar.

Y sin embargo ahí es donde vivirás. No dejaras nunca de intentar entender y dar significado al caos. La inutilidad de la tarea te frustrará día tras día. Ni siquiera sentirás alivio tras hacer lo que vas a hacer ahora. Aun así, adelante. Es el justo pago por tu formación. Tus instintos merecen ser escuchados y yo ansío descanso. Tu comienzo es mi final.

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Arte no amateur

23 noviembre 2011

Lo vacío de mi discurso no es solamente mérito mío. Tened en cuenta que, digámoslo así, he sido amablemente invitado por las circunstancias a no reflexionar. O al menos a dejarlo para momentos muy ocasionales. Alguna tarde en la que mi mp3 se ha quedado sin pilas a medio camino y me he visto forzado a llegar hasta mi casa sin nada en lo que lograr centrar mi atención (la publicidad de las marquesinas se repite en demasía). O cuando no he tenido un tebeo a mano junto a la taza del váter y me he visto allí sentado sólo sin un triste champú cuya lista de ingredientes poder leer detenidamente en el par de minutos que tenía por delante. Y ya está. Pocos más instantes han resistido el embate.

Mi condición de lector voraz no sólo no ha servido para defenderme de esas, insisto en el término, circunstancias, sino que ha acompañado y acaso hasta pulido mi vacuidad. La inmensa mayoría de mis lecturas, diría todas si no fuera por mi exquisita moderación, han sido escritas por gente cuyo bienestar dependía de lo que escribía. Sí, por supuesto, libres, independientes y hasta democráticos y sostenibles. Grandes profesionales que me entretienen y me enganchan con sus productos tanto como lo hacen las hamburguesas. Y en cuanto a la otra actividad a la que le dedico tiempo, el cine, pues anda por los mismos lares, temiendo la invasión bárbara mientras al final de las películas aparece sí o sí el chorro de nombres de personas que han trabajado en ellas. Personas que probablemente quieren seguir trabajando en el sector. ¿Cómo no me van a dar lo que quiero? Son gente competente.

Y con este bagaje sumado a los monólogos estériles que cruzo con la gente ¿qué fondo queréis que anuncien mis palabras? Aprendo de lo que veo que no es poco. Soy un monito de imitación. Que hay elegidos por ahí destilando genialidad en medio de este lodazal, seguro, sin duda, y mis ojitos abiertos a ver si soy capaz de localizarlos. Búsqueda en progreso como dicen los ordenadores. Pero no vayáis a pretender que mientras tanto yo, con estos mimbres, vaya a esculpir ahora el David.

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Fluidos versus sólidos

3 noviembre 2011

Mi colega Klaus, peor físico que yo por cierto, y me aventuro a decir que no sólo cientificamente hablando, llevó a cabo cierto experimento hace un par de años. No lo remitió a ninguna publicación porque el cajón donde guarda las cartas con el “lo sentimos bla bla bla”, el primero empezando por abajo de su escritorio, pide a gritos una ampliación que él no está dispuesto a conceder. Prefiere organizar pequeñas cenas en las que, eso hay que reconocérselo, se trabaja minuciosamente el que no se le cierre el grifo para seguir investigando a pesar de su paupérrima productividad científica. Para ellas hace una espléndida selección de comensales, entre los que por supuesto me encuentro junto a otras eminencias científicas y no menos eminentes altos cargos, científicos o no pero con dinero que repartir, y una exhibición de verborrea digna de ser rodada y distribuida como una clase magistral de encantamiento.

Hace un par de años, como decía, nos contó mientas esperábamos los postres que había ideado un método gracias al cual provocando la alegría de manera controlada en diferentes individuos podía materializar esas sensaciones producidas y recogerlas en recipientes como quien recogiera el sudor que provoca el miedo intenso. Como era de esperar no nos dio información acerca de la metodología, marca de la casa de Klaus, pero si nos habló de los resultados. Las alegrías formaban un líquido que contra todo pronóstico resultaba bastante negruzco. Pero lo más curioso es que la solidificación de dicho fluido no se producía bajando la temperatura sino aumentando la cantidad de materia. Es decir, cuanto más líquido había en el recepiente más viscoso era. Y esto sucedía hasta un punto en el que se convertía en una especie de hielo. Klaus consideraba esto prueba suficiente de que su experimento era un éxito y que, en efecto, esa especie de hielo, esa alegría solidificada, es nada más y nada menos que la felicidad.

Aceptando estos resultados como quien acepta pulpo como animal de compañía y con la copa que hábilmente sucede a los postres estuvimos un rato hablando de las consecuencias e implicaciones del descubrimiento. Quedó explicada por ejemplo, al menos como hipótesis, la insistente búsqueda de la felicidad del ser humano. Esta búsqueda, de innegable existencia por estar documentada hasta la extenuación texto tras texto a lo largo de la historia escrita, parece lógica ya que con el estado sólido alzanzado, es decir con la felicidad hecha una piedra, se consigue garantizar la no perdida de material. Incluso se podría prescindir del recipiente una vez solidificada dicha felicidad. Sin embargo, con el líquido primigenio que forman las alegrías esto no sería posible, ya que resulta evidente que cualquier pequeño agujero puede ser causa de la perdida completa del material obtenido. Así podriamos entender la felicidad como la optimización de circustancias para que las alegrías no terminen pidiendo paso en la alcantarilla más cercana. Hasta ahí el debate fue dinámico pero no acalorado. Otra cosa fue cuando Klaus nos reveló la dificultad que surgió para seguir recogiendo alegrías de los individuos para los que la felicidad había solidificado. La sospecha de que para mantener dicha felicidad no hacen falta alegrías nos llevó poco menos que a las manos. De hecho mi monóculo acabó en el suelo y apareció minutos después profusamente pisoteado, casualmente según me insisten. Estarán conmigo en que las implicaciones de la afirmación son, cuando menos, gravísimas, ya que postulan un individuo feliz como un ente prácticamente inerte.

Finalmente en un arranque de sabiduría y voluntad supimos retirarnos y llevarnos las últimas reflexiones a casa, donde, en mi caso y en el de cualquiera con un mínimo criterio, en el revistero junto al retrete el trabajo de Klaus puede acompañar a la literatura tipo conócete a ti mismo, a periódicos pasados de fecha y a la propaganda del supermercado del barrio.

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Pruebas

22 May 2011

No puedes dejar de hacer fotos en Sol. Como para quedarte con pruebas de lo que sucede. Como si temieras que, después de quedarte dormido, alguien fuera a intentar convencerte de que todo fue un sueño.

Esta noche, a muchos kilómetros, me gustaría llamar a una cabina de esa plaza, e imaginarme el teléfono sonando y sentirme un poco allí. Como en el final de Local Hero

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Culpable

10 May 2011

Me condenaron a ser un hombre normal. Otros, más listos, más fuertes, mejores, lograron escapar. Yo caí en la trampa.

Lo veía venir. Siempre me descubrí mordiendo el queso sobre el cepo.

Hoy tengo una lista de necesidades que definitivamente no he escrito yo.

Pero tengo un plan de fuga.

Todos aquí dentro lo tenemos.

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Paciencia

8 abril 2011

No llores hijo, que no tiene importancia. Eres joven, piensas que esto es el fin del mundo, y esto, hijo, no es nada más que una tontería. La vida te enseñará que el dolor no es una excepción. El dolor está constantemente al acecho y te echará sus redes en el instante que huela que estás vivo. Pero no te preocupes, hijo, que aprenderás a no oler a vida. Pasará el tiempo y mirarás con indiferencia lo que hoy te impide respirar. Vendrán noticias mucho peores, hijo, habrá amaneceres que te despierten con palabras que nunca podrás olvidar, palabras que caerán en tu pecho y te nublarán el entendimiento. Pero ten paciencia hijo, que descubrirás poco a poco que no hace falta morir para no sentir nada. Quedarás vacío y preparado para lo que venga. Y otro amanecer te contará que yo he muerto, y tu mueca, ya triste, no tendrá que variar mucho. Me acompañarás sereno en mi último viaje y al día siguiente volverás al trabajo. Y así es mejor hijo. Solo ten paciencia.

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Borrones

28 febrero 2011

A veces sucede que tropiezas. Vas caminando por el tiempo, día a día, año a año, más o menos en la dirección que te has marcado, doblando cuando hay que doblar, acelerando cuando hay que acelerar, y de repente en un descuido tropiezas, trastabillas y cuando abres los ojos tras parpadear no sabes siquiera donde estás. Y te preguntas como has llegado ahí, consciente de que ninguna previsión que hubieras hecho hubiera acertado con el sitio en el que te ves. Y piensas en las sorpresas que la vida esconde tras sus esquinas.

Otras veces pasa el tiempo y no tropiezas. Reflexionas mirando atrás y ves que hoy estás cerca de donde podías haber previsto que ibas a estar. Y se supone que uno tendría entonces que levantar la cabeza orgulloso de que está siguiendo su camino, pero no lo haces. En su lugar arrastras los pies por si hubiera algún desnivel en el suelo y miras distraído al cielo para no verlo venir y así no poder evitarlo y poder abrir los ojos luego con sorpresa frente a un espejo. Porque el azar construye vidas más interesantes. Y nosotros, arquitectos del aburrimiento, en un ejercicio de humildad no podemos más que contar los borrones que adornan los planos que en su día dibujamos. Y aceptar nuestra mediocridad.

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La noche me confunde

17 noviembre 2010

Estaba borracho. Sé que no es excusa pero intenta comprenderme. No tengo mucha experiencia en relaciones de este tipo. No se me ocurre el calificativo, ¿estables? ¿duraderas? No quiero que pienses que lo digo despectivamente. No es así. Esta vez no. Créeme. Pero estoy asustado, eso es verdad. Me siento dependiente y eso me asusta. Y estaba borracho. Tú sabes que el alcohol libera extraños instintos que incluso a uno mismo le cuesta comprender. Ni siquiera sé si he de pedirte perdón ni si esto cambia las cosas. Pero he de contártelo. No puedo callar y tragármelo yo solo aunque en el fondo sepa que eso sería lo mejor. O lo más práctico al menos.

Estaba borracho. Hacía mucho tiempo que no veía a aquella gente y todos estábamos borrachos. La música de ese bar es especial. La pincha un tipo como si nada, mientras atiende parte de la barra, y sin embargo parece que cada canción es la que tiene que ser y ninguna otra. Primero no te la esperas pero luego piensas que no podía faltar y que no tendría sentido que no hubiera sonado. Y uno la baila o al menos la bota y la grita como puede, intentando que no se te caiga mucha parte de la copa. Imaginate la escena. Todo el mundo riendo, no existe nada puertas afuera, y el alma levanta los pies del suelo, se anulan los miedos y pasa lo que tiene que pasar.

Estaba borracho. Y no digo que de otro modo nunca hubiera sucedido. Pero aquella noche estaba muy borracho. Y en medio de todo aquello, mientras tatareaba algún estribillo, no recuerdo cual, sucedió. Me acordé de ti. Pensé en ti. Pero ahí no queda la cosa. Eso podría ser normal. Lo gordo es que te vi durmiendo a un millón de kilómetros, acurrucada en el calor bajo las mantas, descansando tras uno de esos días agotadores que me narras por teléfono, y como un relámpago me cruzó el deseo de estar bajo esas mantas, y sentí tu calor y se me estremeció todo el cuerpo con solo ese pensamiento, y me costó luego un buen rato volver a aquel bar, y además ya no volví igual.

Estaba borracho. Perdona que insista. Ten en cuenta que quizá fue solo eso. Una enorme borrachera. Pero sigo siendo el mismo. No creas que se me ha ido la cabeza o que me he hecho viejo de repente. Sigo siendo el mismo. Creo. Quizá alguna pequeña diferencia pero el mismo. Pequeña pero irrenunciable. Eso también es verdad.

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El cuerpo del delito

9 noviembre 2010

Sospecho que fui yo, aunque no recuerdo haber cometido el crimen.

Ellos, claro, no me creen.

Pero todo apunta a mi. Eso es cierto. Tenía el motivo y la oportunidad. No paran de insistir en esos puntos. Saben que mi vida es más cómoda desde entonces. Duermo mejor, estoy menos solo y no me llevo tantos palos. No puedo negar que me complicaba la vida. Y también saben, no son tontos, sobre las ocasiones que tuve para cometer el asesinato y que carezco de coartada para todas ellas.

Sin embargo lo que realmente me inculpa es el cuerpo del delito. Esa es la prueba que hace que incluso yo sospeche de mi. Llevo conmigo lo que indiscutiblemente parece el rostro del muerto. Quizá alguna arruga más y el gesto algo cambiado. Pero el parecido es más que evidente.

Tuve que ser yo. Al principio busqué culpables, señalé con el dedo en varias direcciones, pero pronto me di cuenta de que sólo estaba describiendo el escenario del crimen, sólo me intentaba exculpar con las circunstancias, sólo les estaba sirviendo en bandeja el motivo.

Fui yo. Yo lo maté. Y lo saben, claro que lo saben. Espero que sean clementes y que un día de estos dejen de atormentarme y pueda volver a dormir por las noches. Ahora no puedo ni caminar con la cabeza alta. Si no ceden tendré que tomar medidas. Deberían de temerme. Si acabara también con ellos ¿quien quedaría aquí para acusarme?

Nadie. Impunidad. Me pregunto que me detiene. Sería continuar el camino empezado.

Solo que aquel tipo se merecía algo más que morir en silencio